No es un secreto para las personas que me conocen: mi banda favorita de todo el mundo mundial es Metallica. Si bien los conocí desde niño, me reencontré con ellos mediante uno de mis mejores amigos y desde entonces no he sido la misma persona. Sus canciones han sido uno de mis espacios de significación más importantes, y son impulsos que tomo muchas veces para salir adelante en las situaciones más apremiantes. Nada de eso cambiará sin duda.
Sin embargo sí hay algo que va a cambiar, y es mi apreciación actual de ellos. El lugar que tienen en la historia de la música es innegable: junto a Anthrax, Megadeth y Slayer son —si no los creadores— quienes pusieron en escena el Thrash Metal. Sus primeros cuatro discos son sagrados en el canon del género y del Metal en su conjunto; con el disco negro rompieron la barrera comercial en absoluto y se convirtieron en el referente del género que son hoy día (para bien o para mal). Fueron una banda que se forjó dos famas: ir contracorriente, y su alcoholismo épico, que les ganó el mote de Alcoholica. Sobrellevaron la muerte del bajista fundador Cliff Burton, encontraron a su reemplazo en Jason Newsted y continuaron ascendiendo en la fama y su alcance.
Durante los noventa entraron en una etapa experimental que les trajo un alud de críticas y reclamos por haberse vendido. Cortaron sus cabellos, se volvieron unos señores con una crisis existencial previo a sus cuarenta años, grabaron su disco con la Sinfónica de San Francisco, y en el camino alienaron a más un fanático. El momento más bajo de la banda es, sin duda, su demanda contra Napster tras la filtración de I Disappear en el año 2000, seguido por la salida de Jason Newsted en 2001 tras haber sido vetada su participación y difusión de su banda alterna Echobrain. Todo esto culminó con la grabación de su octavo disco, St. Anger, y del documental Some Kind of Monster, el cual narró su proceso de terapia para mejorar sus relaciones como banda.
Tanto el disco como el documental fueron controvertidos. El primero por la falta de solos de guitarra, y el horrible sonido de la tarola de metal de Lars; fue considerado otro movimiento de treparse en la ola de la moda, el Nu Metal. El segundo, a su vez, lo fue por haber expuesto a la banda de una manera que daba al traste con su imagen de renegados, rebeldes y hombres fuertes sin preocupaciones y consideraciones por nada.
Durante este período, sin embargo, la popularidad de la banda no decayó, por el contrario. Contando el disco que se considera su regreso, Death Magnetic de 2008, desde el lanzamiento del disco Negro en 1991, han hilado 5 lanzamientos con el disco número 1 de Billboard, cosa sólo lograda por Dave Mathews Band. Se han mantenido en boca de propios y extraños. Con el regreso de la banda en 2008 a un sonido más tradicional de metal (que no propiamente thrash), se abrieron nuevas puertas y proyectos: fueron ingresados al Salón de la Fama del Rock & Roll, la aparición de Guitar Hero: Metallica, su película Metallica: Through the Never, el festival Orion Music+More (que fue cancelado tras dos ediciones en las que la banda perdió dinero). El único frijol negro en el arroz fue su fatal colaboración con Lou Reed en Lulu, la cual ha sido criticada por los propios integrantes.
Dentro de todo este resumen el punto es: como fanático los apoyé sin duda. Nunca los defendí ciegamente, sí he sido crítico de varias cosas ahí plasmadas. Sin embargo la única cosa que nunca les critiqué a lo largo de todo este período es que fueran ellos mismos. Es algo reconocible: han hecho lo que han querido durante sus 35 años de carrera. Por eso mismo, que tardaran ocho años en grabar un nuevo álbum de estudio no fue algo que me sorprendiera.
Incluso parece comprensible. Primero porque ya no son unos jóvenes desbocados de 23 años. La edad promedio de la banda es de 52 años. Todos están casados y tienen familia, y han diversificado sus intereses. Tras años y años de regalías y más ganancias por venta de mercancías, licencias y demás, lo último que tienen es inseguridad financiera. La maquinaria de Metallica, Inc. está bien aceitada y rinde dividendos año con año. En este punto de su vida si ya no sacaban un nuevo álbum poco importaba, su lugar en la historia de la música ya está dado. Y sin embargo lo hicieron. Aquí están de vuelta, tras ocho años, con Hardwired… to Self–Destruct.
Lo primero que tengo que decir es que me encuentro decepcionado ante el nuevo álbum. Me decepciona por una sencilla razón: lo que suena y lo que lo ha envuelto en el preludio a su aparición no es Metallica, la banda, sino Metallica, Inc. Por primera vez sí puede decirse sin temor a equivocarse que se han vendido.
Claro, fue impresionante recibir la noticia del nuevo álbum tan súbitamente —el chiste recurrente era respecto a las perpetuas largas de la banda para dar noticias—, y la canción que acompañó el anuncio —Hardwired— sin duda alimentó las expectativas y las esperanzas en torno a qué vendría de la creatividad de la banda. Con Moth Into Flame, el segundo sencillo, dichas expectativas reventaron exponencialmente. En lo personal lo considero una de las mejores canciones de la banda en general, y la mejor de todas las canciones desde el …And Justice for All. Sin embargo, el primer aviso fue el tercer sencillo, Atlas, Rise!
El sonido de la canción tuvo algo brutal en él. Era Metallica tratando de sonar como alguien más, como Iron Maiden. Fue algo que se comentó constantemente en internet. Melodías armonizadas directamente influenciadas por ellos. Tras el golpe de belleza que fue Moth Into Flame, Atlas, Rise! fue un nivelador de expectativas.
Luego empezó la cuestión mercadotécnica. Desde un principio se anunció que habrían diferentes versiones del álbum, cada una más cara que la anterior y con más cosas.Esto es práctica común en la industria y ya no sorprende; mas el caso de Metallica con este disco fue peculiar. decidieron hacer un álbum doble. Repartir doce canciones, que dan un total de 77:26 minutos en dos discos de 6 canciones cada uno. Llama la atención porque su álbum más largo, Load, con 14 canciones y casi 79 minutos, sólo fue puesto en un disco. Llámenlo licencia creativa, pero sinceramente es una exposición de la lógica de ganancia que ha dominado este álbum.
Incluyen un tercer disco en el que primero se ofrecían los demos de las canciones (cosa que siempre he considerado innecesaria), y luego lo cambiaron por una recopilación de los covers que ha hecho la banda desde la publicación de Death Magnetic, más el show en vivo que dieron por el motivo del Record Store Day. ¿Por qué me molesta algo que ya han hecho, como esto? Por el descaro. El show en vivo ya había sido ofrecido a través de sus bootlegs oficiales; los covers por su parte se agradecen, mas no son del todo necesarios. Como mencioné, el descaro de la ganancia a toda costa.
Posteriormente anunciaron la gira mundial, y todo el protocolo correspondiente a un nuevo álbum. Es triste ver que un álbum se reduzca a un mecanismo de ganancia y ya no incluya, siquiera, una propuesta musical, algo que lo haga destacar. Y esto me lleva al segundo punto de mi decepción con la banda.
La banda se escucha desgastada. Sí, tocan bien y vigorosos en el álbum, mas no por ello se traduce en algo nuevo, algo destacable. Lo que se escucha es a una banda haciendo las cosas por hacerlas, no porque tenga algo que decir. Es un fan service en toda forma: acumulamos algunas cosas que han querido los seguidores y se las damos empaquetadas. Al menos en discos como Load y Reload se podía trazar una propuesta musical; pero aquí no se encuentra una.
Son canciones que no establecen como tal un estado de ánimo, o construyen un entorno. Sólo son canciones sin una dirección o sin una propuesta. Y visto a lo largo de dos discos, parece aún más insensato haberlo presentado así. Digo, de menos hubieran justificado dicho formato con alguna especie de temática en ambos, pero francamente no se escucha así (aunque en su defensa el primer disco se escucha con tantita más coherencia musical). Esto me lleva al tercer punto de la reseña, y que aborda ya al disco en sus particularidades.
Mi tercer decepción con la banda es que siguen cayendo en lo que llamo Metallipedos. Son tres y son característicos de la banda desde el …And Justice for All:
- Cantidad sobre calidad. Llamemos esto, con sobrada razón, un problema más general de la industria musical que exclusivo de la banda. Aunque no por ello no los hace menos representativos del mismo. Con el advenimiento del disco compacto, aumentó la capacidad de almacenar música: de un rango de 45 a 50 minutos que se podían grabar en un Long Play, a 80 en un disco compacto.
Metallica es un gran ejemplo. Sus primeros 4 discos fueron grabados y publicados en el formato de Long Play como el principal. Justice fue publicado en un LP doble. Mi punto es que las restricciones propias del formato obligaban a las bandas y músicos a ser más selectivos con las canciones que grababan (eso y el costo del tiempo de estudio, claro). Pero eso obligaba también a producir mejores canciones. Mientras que en discos como Ride the Lightning o Master of Puppets se escuchan canciones más concisas, más fluidas y coherentes, con un tema o formato entre sí, a partir de Justice se perdería esto. Más que buscar presentar las mejores canciones, buscaron presentar cuantas canciones fueran posibles. En el caso de Hardwired se repite la historia: ¿por qué 12 canciones, si 8 o 9 estaban bien? No son una banda que empieza y deba tener suficientes canciones qué tocar para darse a conocer, ni la gente les pide que entreguen una cantidad indeterminada de canciones. Ahora, esto de la cantidad sobre la calidad se traduce en el segundo Metallipedo:
- Las canciones son más largas de lo que deberían. Esto es un problema atribuible a la muerte de Cliff Burton y a la cerrazón de James Hetfield y Lars Ulrich como núcleo creativo de la banda. Cuando extienden las canciones se encuentran con pasajes que son sobrantes o discordantes con el tema general de la canción. Uno pensaría que esto habría terminado al escuchar Hardwired o Moth Into Flame, canciones a las que no les falta ni sobra nada, pero no es así. Sea repetir demasiadas veces un pasaje, o meter pasajes que abiertamente rompen con el ritmo y armonía general de la canción, el caso es que rompen con el motivo y la cadencia de la canción en su conjunto. Spit Out the Bone es un claro ejemplo. La segunda mitad de la canción se torna repetitiva y tediosa, porque más que desarrollar un tema, sólo recorre ad nauseam el mismo fraseo. Otro ejemplo es Atlas, Rise! El solo tras el primer coro es un verdadero relleno, y el cierre del coro, con esas melodias armonizadas estilo Maiden (que a su vez es un refrito de los primeros discos de Judas Priest), mata el entorno construido por la primera parte del coro, con intensidad. Los puentes previos a los solos principales son demasiado largos y grises, nada destacable, no hay un riff que sea recordable. Lo mismo ocurre con el cierre del solo, más que mantener el crescend para caer de nuevo en el verso o el coro, se extiende a un nuevo puente que es otra imitación de Maiden (mala en verdad) antes de regresar al verso. Pudiendo omitirse todo eso y caer de nuevo en el motivo previo al verso, lo extienden sin necesidad. Y esto me lleva al tercer y último Metallipedo:
- Las canciones son predecibles. Aburridamente predecibles. La metallifórmula está ahí, uno, dos versos y coros, puente largo innecesario, solo acartonado de Kirk Hammett (que salvo los solos de Moth Into Flame y Halo on Fire no ofrece algo nuevo o rescatable), regreso a la entrada de la canción en redux, verso, coro y cierre. Y es desesperante, porque para una banda que se atrevió a innovar el género, esto es lo más desgastante. Su capacidad de escribir riffs, y letras es innegable pero esto, más que parecer una propuesta atractiva y que hable al momento actual de la banda, habla más de una banda que sólo publica un álbum por el dinero que le va a generar. Es también predecible porque sigue sonando a una banda que, más que atreverse a nuevas cosas, busca revivir viejas glorias para darle a su fórmula cierta continuidad, que no vigencia. Y es algo que me entristece.
Con Death Magnetic ocurrió algo similar, y sin embargo no fue tan triste o decepcionante. Y no lo fue porque después de los noventa y St. Anger se esperaba eso, tratar de revivir viejas glorias. Pero ya sacado eso, no entiendo la insistencia en esa fórmula. No sé si piensen que escribir canciones tan largas es revivir esas viejas glorias, pero eso no era lo que hizo legendarias sus canciones. Fueron las innovaciones en un género estancado, en un género que había agotado al momento sus instancias. Y ahora Metallica suena, lamentablemente, como una de esas bandas estancadas, una banda que agotó sus instancias, y ya sólo está en esto por el dinero.
Por eso este disco es el triunfo de Metallica, Inc. sobre Metallica la banda. Una muestra es la estrategia para México: ofrecen una promoción para conocer a la banda, donde se debía comprar primero la edición especial del disco para participar. Posteriormente anuncian el concierto en México, y la banda anuncia que con la compra del boleto se obsequiará también el disco. Si eso no grita “sólo queremos tu dinero” no sé qué más lo haga.
Y eso es lo que más decepciona y duele. Ver a una banda y tus ídolos entregarse abiertamente a su naturaleza capitalista. Lars Ulrich siempre ha declarado que la banda quería ser la más grande del mundo, y en Kill ‘em All declaraban al álbum su primer paso para dominar al mundo. Y ya lo hacen, lo que enoja es que, como buenos dominadores, caigan en la nuda explotación, sin siquiera ofrecer algo que maquille con gracia sus intenciones. Y la neta, en este formato, Metallica da hueva. No se trata de que vuelvan a grabar sus clásicos, simplemente que no hicieran algo predecible.
Canciones que serán recordadas:
Moth Into Flame, Hardwired (Estas canciones no les falta ni sobra nada, son perfectas).
Canciones destacadas:
Halo on Fire, Here Comes Revenge (Tienen sus momentos, y no dejan mal sabor de boca).
Canciones Meh
Atlas, Rise!, Now That We’re Dead, Spit Out the Bone, Confusion (Con un poco más de trabajo, tenían el potencial de ser buenas canciones).
Canciones Malas
Am I Savage?, Murder One, ManUNkind, Dream No More (Neta, no hacían falta)